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Cuando Lucas me solto en la cara que estaba muerta, un remolino de sensaciones se hicieron dueñas de mi persona. Por un lado estaba contenta, era lo que habia deseado, ya no tendría que sufrir el acoso de mis padres, ni de mis compañeros de clase, ni la constante sensación de ser una inútil, no tendría que preocuparme de encontrar un trabajo, de hacerlo todo bien y ser servicial, no tendría que preocuparme de buscar un marido que me hiciese compañia para después discutir con él todos los días y que acabase con otra mas joven que yo... no, ya no pertenecía al rol de la sociedad. Ahora simplemente ya no estaba. Todos, al cabo del tiempo me olvidarían, pasaría a ser un vago recuerdo en una mente senil y destrozada. Por otro lado... estar muerta implicaba que no podría ver a mis amigos, no podría volver a reír con ellos, a sentir el tacto en mi piel de unas manos suaves, no viviria para disfrutar de esos pequeños placeres que nos da la vida, esos placeres que cuando estamos vivos no disfrutamos con la intensidad que deberíamos. Pero eso ya no importa.. estoy muerta, debo de asumirlo, ¿era lo que quería no? Ya no hay marcha atrás, tengo que ser consecuente.
-¿Y bien? ¿Ahora que eres consciente de tu muerte, qué haras? -dijo Lucas sentandose a mi lado.
Ahora que lo tenia al lado podía ver su rostro con claridad. Sus ojos de un verde intenso parecían ver mas allá del alma, sus labios, pequeños y bien definidos esbozaban una sonrisa cansada, una barba de 3 días le daba un aspecto envejecido, no paraba de dar golpecitos en su pierna con la punta de los dedos, nervioso.
+Bueno, ¿estoy muerta no? No puedo volver atrás...¿Ustedes los muertos que haceis para entreteneros?
Lucas solto una risa que resono en todo el bosque. Puso su mano sobre mi cabeza, me miro con dúlzura, y me pregunto:
-¿Te gusta la fiesta?
Asentí.
-Pues en todo el tiempo que llevo aquí no he podido hablar con nadie interesante, estos árboles no dan mucha combersación que digamos..
Se levanto y se acerco a uno de los árboles, este estaba partido por la mitad, metio la mano y saco un bajo, nunca había visto nada igual. El bajo era de un color morado metalizado con las cuerdas en azul. Se lo colgo y una sombra salió de el.
-Despertemos al bosque...
A partir de aquí todo se volvio una locura. La sombra que salió del bajo empezó a bailar al ritmo que marcaba Lucas, bajando y subiendo en una melodía casi enfermiza, el suelo vibraba deseando alzar sus invisibles manos hacía una Luna brillante como una perla. Parecía estar apunto de estallar, estaba hinchada de euforia, como si desease bajar de su pedestal en el cielo y unirse a lo que estaba a punto de pasar. Los árboles que antes estaban muertos y retorcidos se llenaban de vida, de sus ramas secas salían hojas de un verdor sobrenatural. El bosque cobraba vida de una forma extraña. Sombras de todos los tamaños y formas corrían de aquí para alla, susurrando, mientras Lucas tocaba su bajo con una habilidad anormal, de su instrumento llegaban a salir notas y acordes misteriosos que hacían que su sombra diera quiebros y movimientos frenéticos.
Mi cuerpo también se sentía atraido por su música y sin darme cuenta yo también estaba bailando alrededor del fuego, acompañando a la extraña sombra de Lucas, sin importarme nada, sólo sintiendo el ritmo, sumergiendome en un mundo extraño. Un lugar de sombras y oscuridad, donde todo el día estare bailando freneticamente en un éxtasis inducido. Sola, muerta y loca.
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